El juego está presente en todas las culturas y a todas las edades, pero principalmente en la infancia.
El juego es una actividad libre, sin imposiciones, aceptada libremente. Es un elemento fundamental para el desarrollo social, afectivo, cognitivo y motriz de los niños y presenta numerosos beneficios para el desarrollo de éstos, como proporcionar placer y diversión y contribuir al desarrollo de la movilidad y la actividad física; es un instrumento para el aprendizaje y facilita la relación con el entorno; favorece la transmisión de la cultura y la adaptación al mundo.
En cada edad, los niños tienen una manera particular de jugar, y utilizan un tipo de juego determinado.
Hay numerosos tipos de juegos: de ejercicio, de representaciones, de construcción y creativos, y de reglas. A los niños les gusta jugar solos o con amigos, pero sobre todo les gusta jugar con su familia. A veces, las preocupaciones y las ocupaciones de los progenitores no facilitan compartir el juego con sus hijos, por lo que es necesario planificar los momentos de juego en familia para que los juegos resulten satisfactorios para todos.
Pero además del juego, otras actividades de ocio se realizan de manera individual y en familia: las comprendidas en el ocio que podríamos llamar de diversión, como actividades de descanso y entretenimiento, o bien otras que podríamos considerar de satisfacción, que suponen mayor implicación, esfuerzo y aprendizaje. Para poder realizar estas actividades, disponemos de numerosos recursos en el barrio y en la ciudad donde residimos. Entre otros, encontramos parques, plazas, montaña, playa, o bien centros sociales, cívicos, centros abiertos, ludotecas, bibliotecas, pabellones de deportes, museos. Todos estos espacios están a nuestra disposición; lo importante es conocerlos y saber cómo acceder a ellos.
Conoce más sobre este tema, en esta guía para la familia.
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