Los países de América Latina y el Caribe se encuentran en una encrucijada en lo referente a su capacidad de crecer
y distribuir riqueza en el futuro. El llamado superciclo de los precios de los productos básicos muestra señales
de agotamiento. Pese a que los precios permanecen altos, se observa una desaceleración de la demanda y un
abaratamiento de los productos agrícolas y minerales. La región, que se benefició (aunque de forma muy diferente
según el país) de una bonanza asociada al auge de los productos básicos, sufre ahora las consecuencias de unas
condiciones externas menos favorables. Esta coyuntura amenaza la continuidad del crecimiento iniciado a mediados
de la década de 2000 en la mayoría de los países (sobre todo en los que predomina la actividad minera) y que solo
se vio brevemente interrumpido con la crisis financiera internacional de 2008-2009.
Para sostener los avances económicos y sociales logrados hasta la fecha y responder eficazmente a los
desafíos que se presentan, es fundamental construir capacidades en los países de la región.
El futuro requiere
incrementos de productividad muy rápidos y significativos, así como una diversificación productiva que permita
ir más allá de la especialización en productos básicos. Estos incrementos no se producirán espontáneamente. La
inversión en educación básica y superior, en ciencia y tecnología y en capacidades técnicas para la producción es
imprescindible para hacer realidad una nueva etapa de crecimiento con mayor igualdad en América Latina y el
Caribe. La diversificación productiva y la incorporación de capacidades deben ir de la mano de un esfuerzo más
intenso y equitativo por extender la educación a sectores hasta hoy marginados.
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